El 15 de abril del 2014, Antonio Morales Barreto, más conocido como Junior, se despidió de este mundo. Ocho años atrás, en 2006, su amada esposa, Rocío Dúrcal, había sucumbido ante una enfermedad tan dañina como voraz que apenas le había dado algunos meses de respiro. Por eso, cuando el jardinero lo encontró en la habitación de su chalet madrileño de Torrelodones, se pensó que había sido él mismo quien había tomado la decisión de partir, aunque rápidamente se descartó esa versión.
Aunque los informes siempre hablaron de causas naturales, la realidad es que Antonio había decidido hacía bastante tiempo que no tenía ganas de continuar. El temprano adiós a Rocío Dúrcal, tras 35 años de matrimonio, había provocado un cuadro irreversible, en el que la tristeza lo había hundido por completo, lo que gestó que solo encontrara consuelos pasajeros. "En vez de tomar café con leche bebía vino a escondidas", supo declarar en una entrevista.
Esta sensación de soledad por haber perdido al amor de su vida se agravó por un irreparable conflicto con sus hijos. Rocío Dúrcal había dejado un testamento muy claro, pero había obviado mencionar las propiedades que tenía fuera del país. Por eso, cuando Carmen y Antonio, sus primogénitos, se enteraron de la situación, denunciaron a su padre, llevándolo a tribunales, para conseguir esos bienes.
Ya pasaron ocho años desde la noche en la que Antonio Morales Barreto se despidió de este mundo. Los informes afirman que todo se dio de manera natural y, aunque nadie puede dudar de que así sea, lo cierto es que también queda claro que jamás pudo reponerse y vencer la tristeza que le generó seguir adelante sin Rocío Dúrcal, el amor de su vida.