A pocos días de celebrar un nuevo aniversario de la partida de Rocío Jurado, se desvelaron algunos de los secretos más profundos de La más grande. Llena de lujos, amor y éxito, la cantante se despidió de los escenarios y de la vida misma rodeada de su círculo más cercano, ese que actualmente está fracturado y distanciado. A modo de homenaje, repasamos el momento en que la tonadillera se convirtió en inmortal.
Si bien Rocío Jurado nació en Chipiona, siempre sintió que su vida estaba en Madrid, o mejor dicho, en el mundo entero. De familia muy humilde, persiguió sus sueños hasta lograr, siendo menor de edad, cantar en los tablaos El Duende y Los Canasteros. Con 300 pesetas al mes, mantuvo a su familia en la capital y desde ese momento forjó su destino, el cual ya todo el mundo conoce. Aquella necesidad de asistir a su familia, fue la característica que la definió hasta sus últimos días.
Al momento de su fallecimiento, Jurado simplemente clamó por la presencia de toda su familia. Y así fue. La de Chipiona sabía que su momento había llegado y tan solo la fortaleza y amor de los suyos, sería el mejor acompañamiento para abandonar este mundo. Luego de su muerte, las cosas ya no fueron como la tonadillera esperaba. Cada miembro de su entorno se separó, sus hijos se distanciaron y de momento, solo hicieron honor a la mega fortuna heredada.
Antes de partir, Rocío Jurado redactó un testamento en el que definió quienes serían los bendecidos con su fortuna de más de siete millones de euros repartidos en propiedades, fincas y elementos de valor como joyas. A pesar de haber destinado en partes iguales o al menos lo que ella consideró valedero, actualmente existe una riña que mantiene vivo aquel último día en que la cantante falleció.
Quienes resultaron beneficiados en su mayoría con el testamento fueron sus hijos. Gloria Camila recibió el chalé de Chipiona, José Fernando parte del dinero de las propiedades y Rocío Carrasco, tal vez fue considerada con lo más importante, la herencia universal de todos sus derechos, sus joyas y vestidos, además de la casa de Madrid, cuyos beneficios, tras su venta, deberían ser repartidos entre sus otros hermanos. En este punto anterior, sus derechos universales, son los que aún impiden el descanso en paz de Rocío Jurado, ya que su hija mayor, habilitada a abrir el museo en honor a su madre, solo confía en la administración de su tío Amador, por lo que insiste en él y nadie más. El 1 de junio abrirá sus puertas el complejo, con el objetivo de honrar la historia de La más grande, a costa del deseo incumplido de la Chipionera de tener a su familia siempre unida.