Sara Carbonero e Iker Casillas llegaron a ser una de las parejas más queridas del ambiente. Ambos tuvieron su estaba de esplendor en sus respectivas áreas de empleo: ella consagrándose una de las damas más influyentes de la moda de alta costura y él como el guardametas más talentoso de todos los tiempos en el Real Madrid —al punto de convertirse en leyenda—. Pero su historia sentimental llegó a su fin hace ya más de un año y medio, donde cada cual tomó caminos diferentes. Es por esto que la periodista rehizo su vida al punto tal de haber vuelto a invertir por el cariño de un hombre.
Los tratos postseparación con el legendario campeón del Mundial de Sudáfrica 2010 siempre fueron más que cordiales, al contrario de otras celebridades que, una vez que decidieron poner punto final, han salido a la luz los escándalos más sorprendentes e impactantes. Sin embargo, en el último tiempo, al exintegrante del combinado nacional se lo vinculó con una serie de bellas damas, aunque siempre los protagonistas se encargaron de desmentirlo. Sara Carbonero, por su lado, fue más cautelosa.
Con un perfil reservado, Sara Carbonero fue conociendo poco a poco al músico Nacho Taboada. La aparición ante los medios es una de las cosas que la exesposa del ídolo de los merengues aprendió a gambetear debido a que siempre hay algún chismoso que quiere dar con la primicia. Pero esta situación actuó como el agua cuando está en estado de ebullición, por lo que las cotidianas visitas a las residencia de ambos —sumado a que la dupla comenzó a asistir al evento—, no dejaron dudas sobre el incipiente romance. Es más, se especula que, por una cuestión de distancia, los tortolitos estarían planificando una inminente convivencia aprovechando el buen vínculo entre los hijos de la comunicadora y el DJ.
El idilio entre Sara Carbonero y el compositor musical comenzó por redes sociales, pero unos amigos en común hicieron que se conocieran en persona, un hecho que los flechó de inmediato. Desde ese entonces, la presentadora de televisión ha dado vuelta la página en la que era considerada como una víctima de las fechorías y los deslices románticos del padre de sus descendientes, para invertir nuevamente al cariño y la contención de una pareja. Taboada sería el complemento perfecto y habría llegado en el momento justo.