Gloria Camila anunció hace dos días atrás el alejamiento de los medios de comunicación y de las redes sociales a causa del deterioro mental que vive. El triste final de la colaboradora es algo que se podría haber evitado con el tiempo debido; sin embargo, la hija de Rocío Jurado es el claro ejemplo del maleficio que muchas veces la fama genera en las personas. A continuación analizaremos el porqué de su cese definitivo.
“Llevo tiempo intentando sobrellevar las situaciones que se me han ido apareciendo e intentando aparentar una imagen que no representa mi estado real, y todo eso se ha ido acumulando en un vaso que se ha terminado desbordando”, publicó Gloria Camila el viernes en su cuenta oficial de Instagram, al tiempo que confesó que mantiene un tratamiento psicológico y medicación.
Todo inició cuando Aldón se alejó de Ortega Cano y permaneció en una casa diferente a la que convivía con el diestro. Tras la información que en su momento Terelu Campos dio a conocer como primicia acerca de los malos tratos del diestro para con la diseñadora, parte de los señalamientos y opiniones negativas también recayeron sobre Gloria Camila. Ese fue el comienzo del fin para la colaboradora, quien luego recibió el dardazo de Gema Aldón.
Tras las visitas de la diseñadora y su hija a los platós de ‘Sálvame’, ‘Viva la vida’ o ‘Fiesta’ las críticas hacia Gloria Camila y a Ortega Cano se incrementaron. Todo ello, sumado a ‘En el nombre de Rocío’, en donde Rocío Carrasco aportó al declive y la presión sobre el clan compuesto por la colaboradora y el diestro.
Todo ello terminó de desplomar a Gloria Camila y sumirla en un vacío del cual ahora no puede salir. Tanto la televisión como las redes sociales ayudaron al malestar de la colaboradora, espacio en donde se convirtió en la primera víctima que se dio por vencida y anunció su alejamiento definitivo de la misma. Esto deja en evidencia hasta qué punto llega la crueldad mediática, en el que una muchacha debe abandonar su fuente de ingresos porque a una productora le es más redituable criticar su vida y la de Ortega Cano. ¿El respeto, dónde ha quedado?