Tamara Falcó ha dado el paso definitivo y ha vuelto a reencontrarse con Íñigo Onieva. La aristócrata ha abandonado sus remordimientos y ha aceptado las disculpas de su exprometido, para quien apenas le restó algo de cariño en el tintero. Sin temor a una represalia por parte de los medios o de su propia familia, la marquesa de Griñón y el empresario tejieron nuevos lazos.
Falcó accedió al mea culpa de Onieva luego de pasar tres semanas sin mantener un contacto directo más que las simples apariciones ante las cámaras televisivas. Si bien la marquesa de Griñón padece el peso de ser un personaje público, aceptó la idea de perdonar al empresario y entablar una conversación desde cero. Porque sí, ya que, además del amor a Dios, también comparten otras cosas.
Isabel Rábago, la hija de Isabel Preysler, “todavía tienen cosas en común y sus conversaciones han sido bastante escuetas”. Además, la periodista añadió que Falcó recibió el apoyo justo de Onieva: “Está absolutamente colgado de ella y le ha [enseñado] su apoyo en la polémica por las declaraciones en México. Entiende que la situación le sobrepasa y que se sacó de contexto”.
De esta manera, Tamara Falcó se desplomó desde el momento en que Íñigo Onieva apareció frente a la prensa y dio la cara junto a una cruz de madera franciscana, un regalo de la aristócrata, la cual lo protegerá de los males y le perdonará los pecados cometidos. Al parecer algo premonitorio, ese recuerdo le fue entregado al empresario al poco tiempo de iniciar el romance. En tanto, los exnovios decidieron comenzar un nuevo vínculo en honor al pasado compartido.