El velo de una muerte reciente puede recubrir los aspectos más sombríos de una personalidad que, por más que hoy se la destaque en su costado más luminoso, tuvo también su parte provocadora y hasta maliciosa. Hablamos de Jaime Ostos, quien falleció en el día de ayer a los 90 años.
Lo cierto es que la figura y simbología del torero está en crisis. Ya no está bien visto asesinar a un animal, algo que se aceptó por cuestión de linaje y tradición, pero siempre fue un atentado a la vida y la práctica de los toreros una sofisticada, pero repulsiva práctica que hoy está siendo más que cuestionada. Jaime Ostos casi más se "relamía" ante la idea de matar a un toro.
“Cuando un toro tiene esa descarga de adrenalina, el nervio se pone como un rayo y no se siente dolor durante 20 minutos, por eso se mata en ese momento”, comenzaba Jaime Ostos sentado en un plató de televisión en el año 2016. Pero hay más: el torero le respondía a un twittero y le decía que no tenía agallas, pero de un modo muy particular.
"Este monstruo, porque además es cobarde, (refiriéndose a aquel usuario de Twitter que lo criticó) en su interior se siente asesino, lo que pasa que es tan cobarde y tan canalla que no es capaz de hacerlo y lo dice a través de su boca para sentir esa satisfacción y esa felicidad". Jaime Ostos hablaba de matar a un toro en términos de "satisfacción" y "felicidad". Algo que no debería extrañarnos, pero que toma otro matiz ante su inminente muerte.