No muchas personas pueden presumir que cantaron con Freddie Mercury. David Bowie, Michael Jackson, Paul McCartney son algunas de las estrellas que tuvieron el lujo de compartir micrófono con el mítico artista. Y dentro de ese exclusivo grupo se encuentra Montserrat Caballé, tal vez la soprano más importante de España.
Todo comenzó en el entonces Hotel Ritz de Barcelona. Corría el año 1987 y el cantante británico de origen parsi se encontraba en nuestro país tomándose un descanso, luego de haber terminado el Magic Tour con su banda Queen unos meses atrás. El famoso músico era un declarado fan de la ópera, y al enterarse que la diva estaba en el mencionado alojamiento, no dudó en presentarse.
Freddie se sentó al piano y comenzó a cantar “Exercises in free love”, haciendo él, en falsete, las partes que le corresponderían a ella, invitándola a sumarse al improvisado “show”. Y a partir de ese momento, una amistad fue forjada. “Cuando se puso al piano a improvisar, me di cuenta de que estaba ante un músico de verdad” supo expresar Montserrat.
Acordaron verse de nuevo, ya en Londres, en casa del propio vocalista de Queen, para hacer una maqueta. Con letra y música creadas por Mercury y Mike Habiten surgió “Barcelona”, ese dúo épico que terminaría convirtiéndose en la canción oficial de los Juegos Olímpicos de 1992, celebrados en la popular ciudad catalana.
La química personal que surgió entre ambos en esa sesión de grabación fue la causante de que ambos artistas se embarcaran en el proyecto de un disco, al que también llamarían 'Barcelona'. El trabajo se alargaría por un año y medio, en parte por la abultada agenda de ambos y en parte por los avances de la enfermedad del músico.
“Me emocionó porque estábamos haciendo algo muy especial y eso no pasa a menudo; no siempre tienes la suerte de cantar con alguien que se va, que lo sabe, y estar interpretando con él su último adiós” rememoró Caballé en una entrevista a la agencia Efe hace unos años. Sin lugar a dudas, una colaboración que pasó a la historia.