Hubo un momento de la vida en la que Belén Esteban (48) y Toño Sanchís (49), aparte de representada y representante, eran buenos amigos y casi familia, pero eso ha quedado atrás y hace años que solo se ven en los juzgados. La colaboradora demandó a su exrepresentante por apropiación indebida, alzamiento de bienes, falsedad documental contable y tentativa de estafa procesal, que, de ser reconocida por la justicia, podría darle seis años de cárcel a Sanchís.
Ahora, el litigio entre ambos sigue firme, con una nueva demanda presentada por parte de la de Paracuellos en la que le pide al empresario un millón de euros por daños y perjuicios. En los documentos presentados se acusa al antedicho y a su mujer de falsedad documental y de administración desleal.
“Todavía queda mucho. Esto sigue y aún me queda un dinero que cobrar” comentó Belén en 'Sálvame'. Respecto al estado en el que se encontró la casa donde vivía Toño, aclaró que será limpiada por el marido de un amigo a buen precio y que la suciedad de una persona como él se elimina fácilmente.
A su vez, la tertuliana recordó algunos de los sacrificios que debió llevar adelante a causa del accionar de Sanchís. “Yo tuve que vender mi piso, el que me compré con mi padre, que le gustaba mucho ese piso, para pagar a Hacienda una deuda de 700.000 euros que me dejó él” confesó. Sin lugar a dudas, una situación compleja y desgastante.