Luego de la desazón y el dolor que causó el episodio pasado, Mi Hija nos trae un nuevo capítulo que, al menos, alimenta la esperanza de que las cosas se solucionen. Cada vez falta menos para el final de esta historia, pero las situaciones dramáticas y fuertes no dejan de estar presentes.
Resad le confirmó a Demir que sus familiares y amigos lo creen muerto y que ya no hay vuelta atrás. Al escuchar eso, este se desespera y le suplica al secuestrador que lo deje ir al cementerio donde estaban realizando su funeral, para ver a sus seres queridos por última vez. El criminal acepta, a cambio de que él robe un collar muy valioso de una subasta, aunque no sin antes lanzarle una amenaza: "Si te escapas mato a toda tu familia".
En el entierro todo es dolor. Cemal, Candan y Ugur no pueden soportar la pérdida y lloran desconsoladamente. Al ver esa escena, Demir tiene un impulso, desoye a su captor y deja una pista en el auto de su amigo, para que sepa donde encontrarlo: el folleto de la subasta en la que debía robar.
Al principio, el joven desecha la propaganda, creyendo que no tiene importancia, pero luego, por unos comentarios que oye en un bar, llega a la conclusión de que el padre de Öykü está vivo, por lo que viaja inmediatamente al lugar indicado. Allí ambos se encuentran y deciden trazar un plan para que pueda recuperar su libertad y volver a ver a su hija.