Sin lugar a dudas, las superproducciones turcas se han ganado un lugar privilegiado en la televisión española. Novelas como Mujer y Mi hija, ambas transmitidas por Antena 3, fueron un éxito de ranting, con miles de televidentes sintonizando el canal privado para cada capítulo.
El nuevo caballo de guerra de Antena 3 es Tierra amarga, una historia de amor marcada por la tragedia, protagonizada entre otros por Vahide Perçin, Murat Ünalmis y Hilal Altinbilek, y que ya ha conquistado a los espectadores de más de 30 países.
Este drama narra las adversidades de los dos protagonistas, Züleyha y Yilmaz, que viven una plácida vida en Estambul hasta que los problemas ponen a prueba su amor incondicional. En su camino se cruzarán particulares personajes como Gaffur, interpretado por Bülent Polat (42), que es el capataz de la hacienda de los Yaman y la persona que mueve los hilos en sus tierras.
Lo que muchos no saben es que, para llegar a ser un exitoso actor, Polat debió recorrer un largo camino que lo llevó por lo más variado trabajos. Benjamín de cinco hermanos, se mudó junto a su familia a Estambul cuando era pequeño, pero tras el gran terremoto que sufrió el país en 1999, su familia regresó a su localidad de origen y él se quedó en la gran ciudad. Allí comenzó su relación con el teatro con tan solo trece años, pero trabajando al principio como acomodador.
Ya en sus veintes, pasó por apuros económicos en múltiples ocasiones, con un trabajo como payaso que animaba fiestas de cumpleaños o Navidad junto a sus amigos como su único ingreso. Al final del día, se veía obligado a pasar las noches en el teatro.
A los 25 años le llegó su oportunidad de saltar a la fama con su papel en la serie de televisión Avrupa Yakası (European Side), que le dio una gran popularidad en su país. Sin embargo, el nivel de fama alcanzado a esa edad lo sobrepasó, convirtiéndose esta en una etapa muy turbulenta de su vida.
Luego de participar en un reality show llamado Dance on ice, un joven Polat decidió empezar otra vez de cero, por lo que se mudó a Nueva York para perseguir el sueño americano. Allí, como tantos otros aspirantes a actores, trabajó como barman en un bar de Manhattan mientras esperaba una llamada de Broadway. La llamada nunca llegó, así que el actor tomó cartas en el asunto y se presentó en la Stella Adler Acting School para perfeccionar su técnica dramática.
Pero, al igual que le pasó a su compatriota Kerem Bürsin, se vio obligado a volver a casa tras los problemas de salud de su padre. No estaba en sus planes que el regreso fuera permanente, sin embargo, de manera inesperada conoció a la que ahora es su esposa. Al poco tiempo le llegaría la oportunidad de ser parte de la serie Rosa negra, y como dice el dicho, “el resto es historia”.