Podemos imaginar que la experiencia de participar en Supervivientes marca un antes y un después en la vida de cualquiera. Estar a merced de los elementos, poniendo cada día a prueba las habilidades de supervivencia y la capacidad mental de soportar los más duros desafíos ha de ser de lo más estresante. Y, sin dudas, regresar a la cómoda vida urbana significa un contraste en el que cada pequeño detalle se valora enormemente. Qué mejor ejemplo de esto que Palito Dominguín, que está de vuelta en España y adaptándose nuevamente.
El primer gran hito para la hija de Lucía Dominguín fue darse una ducha, luego de tres meses de bañarse en el mar con una pequeña ración de jabón. Las cámaras de Supervivientes registraron este primer contacto de la piel de Palito Dominguín con el agua dulce, que fue una experiencia casi revolucionaria para ella. "¡Qué gusto, qué gusto, no me lo puedo creer! Esto es orgásmico. Sale espuma... no me estoy bañando en el mar entre peces", decía la exparticipante, emocionada.
Mientras el agua dulce de la ducha corría por su cuerpo, Palito Dominguín mostraba su sorpresa por la cantidad de suciedad que tenía pegada a su piel y que lentamente empezaba a abandonarla, arrastrada por la suave corriente, especialmente una mancha que parecía haberse apoderado de su abdomen para siempre. También se reía de la tierra bajo sus uñas y gozaba como si fuera la primera vez con el jabón pasando por su cabello. Podemos imaginar que esa sensación, que suele ser cotidiana, debe parecer magnificada luego de tantos meses en Supervivientes.
Pero la vida en la ciudad no es sólo darse baños: también es comer. Palito Dominguín compartió en su cuenta de Instagram unas imágenes suyas en las que la vemos, haciendo gala de esa desfachatez tan suya que conquistó a la audiencia, sentada en el suelo de la calle y comiendo de varios tuppers de comida. “Si me entra hambre me paro donde sea”, ha revelado también a través de sus historias. De a poco, la modelo se va readaptando a la vida en la ciudad tras su paso por Supervivientes. ¡Bienvenida, Palito!