Probablemente, la familia real de Mónaco no sea de las más conocidas en la actualidad, sobre todo porque la Británica le hace sombra a la mayoría de las monarquías vigentes. Sin embargo, la monegasca es, probablemente, la más interesante. No solo porque acogió a la fabulosa Grace Kelly, sino también por una figura que antecedió a la actriz. Una mujer que fue responsable de que el principado de Mónaco siga siendo independiente y quien conservó a los Grimaldi como los dueños del trono, solo por el mero hecho de existir. Se trata de Carlota Grimaldi, hija ilegítima de Luis II de Mónaco, quien nació fruto de una relación extramatrimonial.
El príncipe Luis II de Mónaco se encontraba soltero cuando se enamoró de una cantante divorciada, llamada Marie Juliette Louvet, quien tenía dos hijos que regentaban un cabaret. Si bien nunca llegaron a consolidarse como un matrimonio, hay quienes aseguran que se amaban apasionadamente.
Según cuenta la historia, en Mónaco la gente comenzó a preocuparse cuando comenzaron a pasar los años y Luis no se casaba, dejando así al país sin un heredero al trono. Lo que la población del principado no sabía es que el príncipe había conocido en París a Louvet. La mujer debió abandonar la capital francesa, emigrando a Argelia. Él que servía como oficial en el Tercer Regimiento de Cazadores, enamorado y sin poder concebir la idea de encontrarse lejos de su amada, logró que lo destinaran a tierras argelinas.
Así fue como Carlota fue concebida y, a decir verdad, nadie se esperó jamás que formara parte de la familia real. Sin embargo, en un primer momento, cuando la niña cumplió los 13 años, Luis II la reconoció como hija otorgándole el título de Señora de Valentinois. Luego, años más tarde, viendo que no podía tener más descendencia legítima y que eso significaba perder la independencia de Mónaco, el príncipe decidió cambiar las leyes y, para los 20 años de Carlota, le entregó el título de Duquesa de Valentinois así como el apellido Grimaldi, pudiendo asumir el trono de monegasco. De no haber realizado toda esta maniobra y sin un heredero, Mónaco hubiese tenido dos posibles destinos, por un lado, pasar a depender de la corona Francesa, y por el otro, que la rama alemana (conde de Wurtemberg) de la familia asumiera el reinado.
Un año después de haber sido incorporada como parte de la familia real, en 1920, se dice que Luis II arregló el matrimonio de Carlota con el conde Pierre de Polignac, un aristócrata francés, muy amigo del escritor Marcel Proust (con quien se decía que mantenía una relación más allá de la amistad).
Como muchos de los matrimonios arreglados, el de Carlota y Pierre no fue feliz. Muchos aseguran que esta infelicidad se debió a que Polignac era homosexual y que tenía una relación con Proust, y ella, por su parte, buscaba el amor en camas ajenas. De hecho, diez años después, en 1933, le pusieron fin a su historia de amor firmando el divorcio. Ella corrió a los brazos de su amante, un médico italiano, mientras que él fue declarado persona non grata en Mónaco, por lo que volvió a vivir a París. Del matrimonio lo único que quedó fueron los dos hijos que tuvieron en común: la princesa Antonieta Louis Alberte Suzanne y Rainiero III. Cuando el último cumplió los 21 años, Carlota renunció al trono en favor de su hijo.
En esta nueva vida con un poco más de anonimato, Carlota se inscribió en la Universidad donde estudió y se graduó de Trabajo Social. De todas maneras, no pudo mantenerse al margen de los escándalos, pues en 1949, cuando su hijo llegó al trono, se mudó al Château de Marchais, la finca de los Grimaldi ubicada al norte de Francia, donde vivió con su nueva pareja, un conocido ladrón de joyas francés llamado René Girier. Además, convirtió la finca en un centro de rehabilitación para exconvictos.
Es en esta finca donde Carlota fijó su residencia tras renunciar al trono, disfrutó de sus más profundas pasiones, llevó a cabo su labor solidaria (por la cual fue profundamente aplaudida, aunque causó preocupación de su familia) y donde falleció en 1977 con 79 años de edad. En el Château de Marchais descansan sus restos.