Lo que empezó como un movimiento político (que sigue siendo) fue mutando y cobrando otro tipo de importancia cultural y social. El mes del orgullo pasó a ser una verdadera fiesta que, en épocas previas al COVID19, inundaban de color las calles de las mayores capitales del mundo. Hoy comienza el mes del Orgullo LGBTIQ+, un momento para reflexionar sobre el lugar de las minorías sexuales en la sociedad y sobre las deudas que el estado tiene con ellas.
Discriminación, repudio y hasta cárcel por manifestar abiertamente la homosexualidad. Hubo una década de quiebre, donde las minorías sexuales comenzaron a luchar por sus derechos. Pero el batacazo que daría nombre al mes y marcaría un antecedente en la historia de los derechos sociales vino 28 de junio de 1969 en Nueva York, en el bar Stonewall. Además de un lugar de esparcimiento, el bar funcionaba como espacio de resistencia política.
Fue en ese lugar donde nació todo el movimiento del Orgullo gay. En un evento a donde asistieron unas 150 personas homosexuales apareció la policía, hubo redadas y arrestos arbitrarios. El lamentable suceso, donde hubo golpes y violencia policial, generó un antes y un después en el reclamo por los derechos de las minorías sexuales.
Al día de hoy hay 11 países del mundo que tienen pena de muerte para la homosexualidad. En España una persona trans tiene una esperanza de vida de entre 35 y 41 años. Muchos países aún no contemplan la identidad de género y, en algunas geografías, la educación sexual no está incluida en el plan de los niños. Uno de los colectivos más vulnerables dentro de la comunidad LGBTIQ+ es el de las chicas trans, quienes muchas no son aceptadas en trabajos formales y terminan ejerciendo la prostitución en condiciones de total marginalidad. Esperemos que este mes del orgullo sirva para seguir ampliando derechos.