En España está creciendo cada vez más la secularización entre los jóvenes, las estadísticas dicen que aproximadamente el 22% de los matrimonios son por Iglesia. Ya no sienten la obligación de pasar por el altar, la manera de relacionarse ha cambiado: ya no sienten la obligación de casarse como ocurría antes y, si lo hacen, eligen el civil. La institución religiosa ya no es una opción para las parejas, que incluso estando bautizados no vuelven a acercarse a una hasta un próximo sacramento de algún familiar.
¿Por qué no la eligen? La sociedad se ha ido modificando, hace mucho tiempo la Iglesia era sinónimo de poder, era la que dirigía a los ciudadanos, sus reglas eran incuestionables y regían al pueblo. En la actualidad, hay un rechazo a esas leyes. El crecimiento del movimiento feminista, con la consecuente deconstrucción de las personas y la libertad con la que hoy se vivencia el amor han colaborado en este rechazo. La institución religiosa ha quedado antigua, no se amolda ni se acomoda a los tiempos que corren y eso a los jóvenes les pesa. Ya no es orgullo ni un deseo casarse por Iglesia.
Por fuera de las creencias y la religión, el objetivo del casamiento ya no es prioridad entre las parejas. Sí se elige la convivencia, las relaciones largas, pero no se aspira a volverlo legal. Quizás se deba a los ejemplos que proporcionan las personas adultas, donde en muchos casos se sufre tanto por elegir el divorcio como por no hacerlo cuando no se es feliz. Además, el concepto de libertad está tan marcado que hace que el compromiso sea una mala palabra.
El miedo al compromismo, el elegir una relación abierta o poliamorosa o el rechazo a lo que representa la Iglesia son algunas de las razones por las que los jóvenes millenials no quieren casarse. La sociedad y las culturas están en constante cambio, por lo que puede suceder que el futuro vuelvan a aumentar las uniones legales. No lo sabemos. Aunque, a este ritmo, se ve cada vez más difícil.